jueves, 11 de marzo de 2010

DESTROZANDO EL VERANO CON ANTELACIÓN


Simplemente, apabullante....no se peude dejar de ver este nuevo avance, y parece que definitivo, de 'Iron Man 2' de Jon Favreau. 'Mind blowin'', dirían por ahí....ya que llegue por favor!!!!



NOSTALGIA DE NIÑEZ

Sin mucho que decir sobre los Oscares trataré de hacer una mínima revisión de los mismos. Aburridos, pretenciosos, soso, sin chispa, pesimos conductores, todo cantadito (pero sin canciones), 'triunfando' una pésima película (la Bigelow tiene mejor cintas) y bueno....mejor darle paso a las noticias esperadas...

Aquí el nuevo poster de Toy Story 3, con toda la gala y expectativa que merece la anticipada conclusión de las aventuras jugueteras....disfruten.



jueves, 21 de enero de 2010

CAMINO PINTADO DE AZUL (Y DORADO)

Un año más terminó hace unas semanas y con el, el cierre de nominaciones de varios prestigiados premios a lo mejor de la industria fílmica y televisiva, principalmente gringa. Oficialmente, la temporada de premios arranca a mediados de enero con los Globos de Oro y se alarga hasta el día de los Oscares. Todas las ceremonias que se viven en este periodo (Directores, Actores, Guionistas, Stunts) cargan a sus espaldas una marcada tendencia norteamericana y se alejan de la seriedad y calidad de imponentes gigantes como Cannes, Berlín y Venecia.

Pero lo importante o fuera de lugar de las premiaciones en Estados Unidos es la oportunidad de ver a las caras conocidas que consumimos cada año y encontrar algunas sorpresas entre las casi tres horas de duración de cada evento. Esta ocasión y arrancando con la ‘fashion awards season’ de 2010, pudimos presenciar (en la tele) la ceremonia número 67 de los Globos de Oro, quien premia lo más destacado en televisión y cine de un mismo jalón.

Esta fusión entre los dos medios, hace más rico el evento, ya que no sólo nos quedamos con el peinado ridículo de Julia Roberts o la sobrada confianza de James Cameron; también podemos observar el flirteo entre Hugh Laurie y Jennifer Morrison y lo bien quién se lleva la banda de ‘Mad Men’. Todo, conducido por un ácido y crítico comediante inglés llamado Ricky Gervais. Por muchos atacado por su desparpajo a la hora de atacar a otras personas, pero una agradable compañía que guía al espectador por las regularidades aburridas de cualquier premiación.

Enfocándonos en los apartados de cine, esta ocasión las sorpresas y derrotados estuvieron a la hora del día, con algunas sorpresas de por medio y sólo dos galardones justificados y obligados de por lo menos seis que ya se sentían ‘cantaditos’. Por primera vez, ningún número musical adorno la velada por lo que el método de premio tras premio se vio acelerado para los casi 30 premios que dan en la noche.

‘Up’, sin competidoras fuertes, se fue a casa con dos galardones bien planteados, como el de mejor Música original de la mano de Michael Giacchino, dándole al clavo en uno de los scores más entrañables de los últimos años que igual engloba aventura que tristeza; el otro premio ‘de cajón’ para ‘Up’ fue el de Mejor película animada, ovacionado por todos los presentes y dejando huella indeleble de que Pixar es y seguirá siendo el Rey Midas del cine animado, sin competencia mínima.

Los apartados de actuación, en total 6, se manejaron entre lo aplaudido y lo ya sabido. Robert Downey Jr. engalanó el estrado con su porte y carisma y el mejor discurso de la noche al ganar como Mejo actor de comedia o musical por su ‘renovado’ ‘Sherlock Holmes’ en la película homónima. Sin duda, un premio merecido para alguien que por doceava vez, resurge de las cenizas al olimpo hollywoodesco.

Queda claro (una vez más) que Meryl Streep es la mamá de todas las actrices al contabilizar 23 nominaciones y siete estatuillas ganadas en los Globos; esta ocasión, nominada por partida doble como Mejor actriz de comedia o musical, demostró que ser una chef obsesionada con al cocina en ‘Julie y Julia’ es menos ‘complicated’ que interpretar a una cincuentona dividida entre dos amores igual de maduritos.

Las ternas de drama hicieron de Mo’nique la sorpresa grata de la noche al abrir el certamen con su premio a Mejor actriz de reparto en una película por su papel en la polémica y destrozadora cinta ‘Precious: based on the novel Push, by Sapphire’, una seria candidata para los Oscares en donde una jovencita afroamericana pasada de peso tiene que sufrir con cumplir sus sueños y el odio de un mundo que la ataca por todos lados. Sublime.

Los premios más reverenciados de la noche (anexos al de Michael C. Hall por ‘Dexter’ y el honorífico al tite Scorsese) fueron el de Mejor actor de reparto y el de Mejor actor de drama. El primero, sin competencia alguna y superior a los ganadores de mínimo, la última década, fue a dar a las manos de Christoph Waltz, el coronel Hans Landa de ‘Inglorious Basterds’, un personaje memorable y que de lleno se encuentra en la historia del cine en el top 5 de íconos fílmicos. Merecidísimo.

El segundo premio, el segundo más prestigiado de la noche, fue a parar a la figura de Jeff Bridges, excelente histrión, camaleónico, feroz y atrevido por ‘Corazón rebelde’ en uno de esos papeles que enamoran al público y la crítica como un ex cantante de country alcohólico y avejentado, que se dedica a vivir de glorias pasadas y un odio por la vida desmedido. En definitiva, ya se lo merecía.

Finalmente, Sandra Bullock puso la sorpresa de la noche al ganar su Globo por la cinta biográfica ‘The Blind Side’, ambientada en el mundo del futbol americano de la época de los ochentas. Un reto actoral y un ‘comeback’ obligado de la estrella más poderosa y ‘atractiva’ para la taquilla de la actualidad.

Las sorpresas y desilusiones llegaron en las ternas de Mejor Directo, Mejor Película dramática y Mejor película de comedia o musical. Las primeras dos, destronando a la que es LA mejor cinta del año, los Bastardos de Tarantino y a su máximo creador, se impuso James Cameron y su ‘Avatar’, con los máximos galardones de la premiación.

Si bien ‘Avatar’ es una obra maestra, la historia es mínima en comparación a la originalidad del guión de ‘Inglorious…’, premio que también fue arrebatado a Tarantino por ‘Up in the air’. Sin duda, la desilusión se presentó en la sala al ganar la obviedad ante la maestría y la muestra de una verdadera, única y pura obra maestra ¿Seguirán la misma tendencia los Oscares?

El broche de premios, se cerro con la sorpresa más grande de la noche al ganar ‘The Hangover’ o ‘¿Qué pasó ayer?’ como Mejor película de comedia. Una artimaña arriesgada sin duda, al tirar en la lona a la independiente y por mucho de mejor calidad ‘500 días con ella’. Entre burla, pastelazo, sorpresa y condescendencia, la banda de Las Vegas recibió un premio que ni ellos mismos pensaban en recibir.

Es importante recalcar la valía de los Globos para las próximas ceremonias de esta temporada, ya que estos marcan la pauta para ver por dónde llegarán los trancazos de oro y bronce, los favoritos y los que posiblemente, ya tengan el camino limpio y seguro para el sobrevalorado Oscar.

Sólo queda decir que en verdad se le de valor a quien valor tiene y se merece. Por favor, que cerremos el año apapachando a Tarantino como se merece. Por cierto, los Oscares los podremos checar el 7 de marzo en vivo desde Los Ángeles.

QUE RUEDEN LAS CABEZAS

Con mucho esfuerzo, pero he de confesar que cada vez más me cuesta trabajo ver películas mexicanas. Y no, no es una cuestión de malinchismo, estar en contra, algo negativo o falta de confianza. No, todo lo contrario. Más bien, yo diría que lo que más me aleja de ver cintas nacionales es el nivel de arrogancia que las rodea, convirtiendo a la enorme mayoría en productos pretencioso y por demás insulsos que por más, nos hacen preguntarnos ¿en dónde está el buen cine?

Y es que, si nos ponemos exigentes para todo, también deberíamos serlo para nuestra cinematografía. Pareciera un ciclo sin fin: sale una película más elevada que la media, incluso visita festivales y la ven en varias partes del mundo para que, acto seguido, dos o tres producciones más le copien y cuando menos lo espera uno, regresemos al eterno vaivén de temas recurrentes, actores dudosos y lugares comúnes. La misma burra, pero revolcada.

Pero hey, al final del día, uno sigue teniendo fe (aunque sea de mentira) en que algún valiente cambiará el rumbo de nuestro cine y se atreverá a ir más allá de los cánones eclipsados de la meca nacional. Sí, sí, incluso si de por medio uno tiene que chutarse veinte productos aburridos, risibles y de pena ajena.

Es por ello que, tras un año de absoluta nimiedad artística en el formato fílmico, y con sólo dos o tres señales de respiro tales como ‘Paradas Continuas’ y ‘El Estudiante’, tarde pero seguro, llegó a nuestras pantallas rayando el fin de año una cinta que, más allá de su sorprendente propuesta visual, se agradece su arriesgado guión e idea fresca, aunque sigilosamente evoque a varios artistas cinematográficos mundiales y mame de mil cintas similares.

Y es que ‘Conozca la cabeza de Juan Pérez’ es eso: un homenaje al cine fantástico, burdo, quizás un tanto expresionista y fellinesco. Personajes extraños, fantásticos, grabados por el mexicano jodidón y peladito, tal y como Tin Tan y Cantinflas lo hicieran hace varios ayeres. La picardía de nuestra idiosincrasia se representa en esta cinta a través de personajes variopintos que laboran en un circo de medio pelo. Está el hombre fuerte que acaba de gasero, las contorsionistas anoréxicas y punketas, el domador de perritos, los payasos borrachos y el mago magazo que siempre ofrece los mismos trucos.

Con este equipo de ‘olvidados’, el director Emilio Portes teje una fábula tercermundista perfecta para el momento en que estamos viviendo, en donde los recortes de personal y los sueños incumplidos debido a la crisis y las trabas que uno mismo se impone, salen a relucir en una historia que tiene comedia, thriller, cinta de ‘espantos’ y drama existencial a mismas dosis.

Tomando elementos propios del cine de Fellini y Buñuel, pero más cercano a la imaginería Burtoniana, la cinta de Portes es un deleite visual propio de un director que se siente cinéfilo y pareciera que bebe del cine desde pequeño. Referencias a ‘Amarcord’, ‘Los Olvidados’, ‘El Gabinete del Dr. Caligari’, ‘Fenómenos’, el cine de Roger Corman y el ‘Big Fish’ y ‘El hombre manos de tijera’ de Burton’ se mezclan con un elenco fantástico y una historia entrañable, tal y como hace unos años lo hiciera ‘Matando Cabos’.

Es precisamente esta ultima, la referencia inmediata que me vino a la cabeza una vez que vi la cinta. Como aquella, ‘Conozcan…’ es un remedo de varias cintas y clichés, pero enmascarados de filme de arte ‘diferente’ que uno de verdad siente, más que creer. La historia de un mago de medios chiles (Juan Pérez, un ‘Fulano de tal’ o el nombre más común de México) y su obsesión por llevar a cabo un acto o número, o lo que sea, con una guillotina del siglo XVIII en tiempos de crisis puede resultar ajena y arriesgada.

Nada más alejado de la realidad. La premisa es sencilla y básica como en cualquier cinta: un espejo de la sociedad, en este caso usando al circo de por medio, con una serie de personajes con los que nos podemos identificar: el pelado, el tímido, el parrandero, el jugador, el mujeriego, la tierna, la sentimental, la voluble, el avaro, el sanguijuela, el patriarca, el capataz. Y no, uno no describe una empresa en especial ni un sistema específico. Así es México, y estos cirqueros lo saben.

En el apartado de actuación, la película reluce por sí sola gracias a la hilarante y freudiana interpretación de Silverio Palacios como Juan Pérez; un personaje soñador, impulsivo, enamoradizo, desparpajado, desobligado y entrañable al mismo tiempo. Un personaje que se erige como favorito en el colectivo nacional al lado de Pito Pérez, el Rey del Barrio, Mascarita y Tenoch. A el, le acompañan un cuadro perfecto de actores nacionales por lo general secundarios pero que sobresalen más que los clásicos Camiles y Bichires de siempre. Dolores Heredia, María Aura, José Sefami, Carlos Cobo, Isela Vega y Alejandro Cava.

Desde ‘Santa Sangre’ de Jodorowsky, el cine nacional no había tocado el tema cirquero en la pantalla, y sobre todo, con la misma pasión (aunque no con la misma calidad que la obra de Alejandro) y un tufo de mala leche empleando un humor negro, negrísimo ajeno al cine nacional, más propenso a albur y el pastelazo televisivo. Emilio Portes le dio al clavo con esta cinta, aunque no es de sorprenderse que en años venideros las copias ad infinitum en estilo y narrativa se hagan presentes en nuestras pantallas. Aunque, hay que decirlo, esa fórmula de imitar u homenajear a los grandes se puede extinguir y sólo a muy, muy, pero muy pocos se les permite. Pocos de nombre Tarantino, quizás.

No se la pierdan, es un buen divertimento, si bien no devela el hilo negro del cine mexicano venidero, sí es un fresco recordatorio que en algún lugar de este circo artístico, político-social-parásito que vivimos actualmente, existe, muy escondido, una esperanza mexicana de que todo puede estar mejor.

PANDORA, BASTARDOS Y UN NO-AMOR: LO MEJOR Y PEOR DEL AÑO

Un año más finaliza y pronto, la década por igual. Una decena que ha pasado como mantequilla entre los dedos de los amantes de cine exigentes y no exigentes. Explosiones, dramas, balaceras, carcajadas, caricaturas, filosofías y un enorme etcétera son algunos de los temas de escrutinio en los que se basan las famosas listas de lo mejor y peor del año. Pero más que clavarse en cuál o cuántas son obras de arte, muchas veces es necesario seleccionar a las cintas que dejaron huella de una u otra forma en la mente colectiva de miles de espectadores alrededor del mundo.

En lo que se refiere a 2009, podemos encontrar un año difícil para el cine mundial en donde la producciones mexicanas escasearon en talento y sólo dieron pena ajena en su mayoría, los blockbusters estuvieron a la orden del día, el cine independiente sorprendió en taquilla, los grandes genios de este arte retomaron su maestría en pantalla, las animaciones se multiplicaron en talento e historias y el cine de otras latitudes encontró su hueco entre la marquesina.

Revisiten, recuerden, descúbranlas si no las han visto, pero sobre todo, disfruten estas fiestas con amor, carcajadas y pasión por la vida, eso sí, con un aderezo fílmico indispensable.

Drama: ‘El luchador’ es el perfecto ejemplo de lo que un drama significa. Redención, mucho lloriqueo, desgarre de alma, depresión, pena ajena y un enorme etcétera se expone en la vida de ‘The Ram’ regalándole al mundo una cinta impactante y en extremo visceral y deprimente sólo a la altura de ‘Bailando en la oscuridad’. Gracias Arronosfsky, gracias Rourke.

Comedia: tres palabras ‘¿Qué pasó ayer?’. Si los gringos son los reyes de lo guarro y barato, esta comedia avanza diez escalones más en la escala de escatología pero de una forma inteligente y sin pisar terrenos estúpidos como ‘Epic Movie’ o ‘American Pie’. Las babosadas de cuatro cuates en las Vegas se volvieron adictivas y un ejemplo a seguir para las despedidas de solteros de los supuestos jóvenes rebeldes del país. Ya viene la segunda parte.

Ciencia Ficción (por poco): a menos de una milésima de ser la mejor película del año, nos encontramos a la revelación, el ‘antes y el después’ en el cine: ‘Avatar’, Una maravilla audiovisual fantástica que rebasa la imaginería visual a la cual estábamos acostumbrados y lleva la experiencia en una sala de cine un paso más allá, convirtiéndose en un clásico y un ejemplo a seguir (y difícil de superar) para las próximas generaciones. Es lo que fue ‘Viaje a la luna’, ‘El cantante de Jazz’, ‘Star Wars’, ‘Jurassic Park’ y ‘Matrix’ pero con más tamaños. Indispensable, insuperable, sublime.

Terror/Horror: rompiendo cualquier idea prediseñada al entrar en la sala, críticas duras y ácidas y comparaciones con ‘La Bruja de Blair’ y ‘Rec’, ‘Actividad paranormal’ es sin duda y apenas estrenada en nuestro país, la película de terror más impactante realizada en los últimos años con bajísimos recursos. Si bien arranca con una hora un poco aburrida y tediosa, lo que sigue después de esto se convierte en un verdadero horror ‘in crescendo’ que no suelta al espectador de su asiento ¿O me equivoco primo?

Independiente: colocándola en un tercer puesto en lo mejor del año, ‘500 días con ella’ es una película que destroza a las clásicas ‘chick-flicks’ para presentar una historia de pareja que nada tiene que ver con el amor, sino más bien, sobre el amor. Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel se suman a la lista de parejas entrañables de la historia del cine. Extra: indiscutible ganadora del Mejor Soundtrack del año.

Animación: muchas competidoras, muchos estudios, grandes propuestas pero resultados medianos. En un balance perfecto entre comedia fácil y comedia inteligente, aquí se encuentra el único empate del año, con ‘Lluvia de hamburguesas’ y ‘Up’, respectivamente. Mientras la primera se amarra del humor a carcajadas, la segunda es una historia más reflexiva, adulta y sutil, que demuestra el por qué Pixar sigue siendo el ‘Clemente Jaques’ del cine animado.

Actor: y me imagino que de aquí a varios años, sin duda alguna, es Mickey Rourke. Por más que uno le de vueltas al asunto, su personaje de Randy ‘The Ram’ Robinson en ‘El luchador’ es una verdadera obra de arte, un personaje de antología en una historia desgarradora y ‘lame’ (no recuerdo la traducción aún, pero fue perfectamente indicada por mi Sweety) que, sin pensarlo y quererlo, se ha convertido en la segunda mejor película de mi vida. No me canso a casi un año, de seguir recomendándola.

Antagonista: Dr. Lecter, Hans Gruber, Tommy, Joker, háganse a un lado para dar paso al villano más carismático y sádico de los últimos años. En una actuación sorprendente, Christoph Waltz recrea en su Coronel Hans Landa de ‘Bastardos sin gloria’ lo que pocos pueden provocar en la historia y en el espectado; un ‘tour de force’ de antología. ¡Oscar por favor!

Actriz: un año un poco olvidado en cuestión de mejores actuaciones femeninas, en donde lo más destacable fue la Bridgett Von Hammersmark de Diane Krueger en ‘Bastardos sin gloria’, Marisa Tomei en ‘El Luchador’, Zoe Saldana en ‘Avatar’ y Maggie Gyllenhal en ‘El mejor lugar del mundo’. Las cerezas del pastel y que siguen robando el puesto cada año, Kate Winslet por ‘The Reader’ y ‘Sueño de amor’ y Mery Streep por todo lo que hace, nada más.

Director: James Cameron, en ‘Avatar’, demuestra, en pocas palabras, que sigue siendo ‘el rey del mundo’. Incluso, lo avala el maestro Tarantino, la estrella más explosiva de este año. Para más información, no dejen de ver mínimo dos veces y en 3D la historia de los Na’vi.

Película Mexicana: sin mucha ciencia, este año fue el año de ‘El estudiante’ una cinta existencial, con corazón y sin mucho pretencionismo como el paquete de películas aburridas, sosas y, digamos, vacías que se exhibieron este año. Una verdadera joyita con Jorge Lavat en el protagónico en donde uno termina llorando por que sí. Felicidades.

Extranjera: sin dudarlo, ‘The White Ribonn’ de Michael Haneke, ‘Antichrist’ de Lars Von Trier y ‘Thirst’ de Park Chan-wook se erigen como la trilogía inteligente, hemoglobínica, sádica e impactante de este año. Tres obras que exigen de muchísimo cacúmen, disposición y apertura para descubrir lo que son: tres cintas perfectas, redondas e incomparables.

Peor película: ni gastar palabras en ella vale la pena. En definitivo, ‘Dragon Ball: evolución’, un verdadero insulto al intelecto, la nostalgia, las taquillas y a la existencia en general. Dolorosa.

Mejor película: una contienda en extremo difícil, en donde la historia, los actores, la narración, al dirección, la música, el guión y todo lo que rodea a una producción cinematográfica, se mezclan perfectamente para crear la Obra Maestra del año. ‘Bastardos sin gloria’ es una de esas cintas que uno ‘necesita’ ver para, por lo menos, despejarse (por no decir otra palabra) de la estupidez externa y enamorarse del cine, con todo y su sangre y escenas impactantes. Tarantino, una vez más, lo hizo y dejo un sello indeleble en los libros de historia a nivel mundial. Eso, sólo lo podría superar un tal James y su compañerito azul ‘Jakesully’.

Felices fiestas a todos y que tengan un año lleno de amor y buen cine. ¡Hasta el 2010!

CUANDO EL SÉPTIMO ARTE CAMBIÓ


Si Quentin Tarantino fuera un asiduo lector a esta columna, quizás se merecería una disculpa de mi parte; aunque la tranquilidad vendría momentos después justo cuando el corroborara mi pensamiento con aprobación, justo como él mismo lo mencionó hace unos días en una entrevista. La realidad de las cosas, y sobrepasando su excelsa ‘Bastardos sin gloria’, la mejor película de este año, por mucho y sin duda alguna, es y será ‘Avatar’.

¿Muy rápido para hacer esta afirmación? En lo más mínimo. Quién vaya a ver la nueva cinta del ahora más creíble ‘Rey del mundo’, James Cameron, podrá notar sin problemas que esta crítica y todas aquellas que alaban la película tienen un punto enorme en común con los miles de espectadores en el planeta que han visto hasta el día de hoy esta nueva era del cine; se trata de una obra maestra.

Antes de que esto se convierta en un debate, diré mis razones. Para empezar, el ‘hype’ o emoción que originó el lanzamiento de trailers, posters, videoclips y noticias entorno al nuevo proyecto de Cameron después de no pisar un set en forma desde el batacazo que fue Titanic, sólo fue una mínima pieza para que, emocionado, decidiera ver la cinta antes que nadie (ajá) en una función de media noche justo después de una jornada pesada y cansada. No importaba nada, estaba dispuesto a darle el beneficio de la duda al tite Cameron.

Lo que vendría después de colocarme los lentes 3D sería una aventura en toda la extensión de la palabra. De entrada, eso de ponerte lentes para ver una peli jamás me había convencido del todo, con esos celofanes rojo-azul que tanto mareaban; la realidad fue diferente, ya que unos modernos anteojos se posaban en mis ojos mareándome un poco, pero que daban una perspectiva de ‘Okey…’ desde el momento de los trailers. Una vez acostumbrado y a pocos segundos de iniciar el filme, todo fue un verdadero e increíble ‘tour de force’ que, en lo personal, jamás en mi vida había experimentado en un cine. Así, sin más.

James Cameron hizo lo impensable: callarle la boca a todos los escépticos con esa onda de ‘cambiaré al mundo del cine’ que tanto choreaba en cada entrevista que se le realizaba. ‘Una nueva era en el séptimo arte’, ‘un antes y un después’, ‘una experiencia casi religiosa’. Qué ciertas eran las palabras de James, y es que, al observar las casi tres horas de la historia futurista-apocalíptica-profética-científica, uno no puede hacer otra cosa que hablar maravillas de la misma, recomendándola a cada rato y acrecentando el ‘hype’ al máximo.

Pero bueno, hablemos de qué va o qué demonios es tan maravilloso en la cinta. De entrada, y como si John Lasseter de Pixar lo dijera, el filme de Cameron cuenta con la fórmula perfecta en el cine; increíble hechura (efectos, maquillaje, tecnología) y corazón en la historia. Por que, al final de todo lo sorprendente de sus efectos, la historia, el punto medular de la película, el mensaje, es lo que más importa, así como la conexión tan profunda que tienen los Na’vi (los personajes principales de Pandora) con su entorno. ¿En dónde acabó (ará) la raza humana?

Jake Sully (Sam Worthington), es un ex marine postrado en una silla de ruedas a quien se le ofrece la oportunidad de su vida: ser parte de una expedición en un planeta distante (en realidad una luna) llamado Pandora, para extraer un valioso mineral que puede alcanzar en una semidestruida y decadente Tierra un precio de hasta 20 millones de dólares el kilogramo. Lo peor sucede cuando la Tierra en verdad necesita de este mineral para sobrevivir. Siempre guerrero y soldado, Jake acepta el desafío sin espertar los peligros y maravillas que le esperan.

Su misión es infiltrarse entre los Na’vi para interactuar con ellos y conocer su forma de vida, al tiempo que debe convencerlos para que lo ayuden a extraer el valioso mineral. Pero ¿cómo puede vivir en este planeta si no puede respirar en el? No es problema, pues puede caminar en Pandora gracias a un grupo de científicos ha desarrollado un sistema que permite proyectar la conciencia de las personas a un ser híbrido llamado Avatar, que en realidad es un Na`vi artificial.

Créanme. Esta parte de la historia, la más explicativa, se entiende a la perfección en pantalla y permite no profundizar mucho en tecnicismos para dar paso al asombro y, como Jake en la cinta, sorprendernos con el entorno de Pandora, sobre todo por la tecnología 3D y los efectos por computadora. Literalmente, uno regresa a la inocencia de la infancia y recupera su capacidad de asombro al ver y casi sentir que los árboles y criaturas de Pandora pasan a tu lado. Vamos, hasta los subtítulos parecen estar flotando.

La tecnología usada para acaptar en tiempo real las acciones y emociones de los actores y traducirlas en el personaje computarizado se notan en al cinta, opacando por muchísimo al ‘Expreso Polar’, ‘Beowulf’, ‘A Christmas Carol’ y ‘Final Fantasy’. Incluso, me atrevo a decir que Gollum y King Kong se quedan cortos al lado de ‘Jakesully’ y Neytiri. A la media hora, te olvidas de los FX y ves a los seres, el alma de los personajes; va más allá de ver su color azul y rasgos felinos y uno se adentra al corazón de la historia y la relación de los Na`vi con la naturaleza.

En resumidas cuentas y ya que este espacio de texto, para esta cinta, se siente reducido, es justo decir que no se vivía algo así desde el ‘morph’ de ‘Terminator 2’ y los dinosaurios de ‘Jurassic Park’, y de eso ya tiene más de 15 años. Una experiencia que vale la pensa vivir varias veces, sin restricciones y sin pena de mover la manos tratando de agarrar una planta o acariciar a los ‘banshees’. Al final, y a varios días de haberla visto, sólo querrán volver a verla y cada que llegue a su mente, sólo provocará que sonrían de oreja a oreja. Eso, créanme, es verdadero CINE y no fregaderas.

MONSTRUOSA NAVIDAD


El día de hoy, esta columna cumple con su tercera recomendación navideña en lo que lleva de vida y si bien las otras cintas antes reseñadas eluden al amor (‘Love Actually’) y la belleza de la vida (‘It´s a Wonderful Life’), no se ha escarbado demasiado en aquellas festividades decembrinas que se salen de los cánones sacarinos, de arbolitos decorados y villancicos melosos. Así es, no a todos les gusta la navidad, y para esos roñosos lectores que sólo ven en esta época una excusa para el consumismo y la hipocresía desmesurada, he aquí algunos recuerdos ochentenos y de otros tiempos en donde Santa y la nieve esconden mucha mala leche.

Para una temporada en donde todo es felicidad y aplausos a la vida al máximo, no existe una mejor contraparte que aquel clásico del Dr. Seuss ‘How The Grinch stole Christmas’, en donde un horrendo hombrecillo verde y gordo engloba un odio desmesurado por estas fiestas, haciéndole la vida de cuadritos a los felices Quién, eternos enamorados de las guirnaldas y las lucecitas de colores. En esta historia, Dr. Seuss crea al villano de villanos, más cruel y huraño que el mismísimo Scrooge de Dickens (recomiendo ‘Navidad con los Muppets’; grande Michael Caine).

Gracias a esta cinta, el apodo de ‘Grinch’ ha sido la piedra que deben cargar varios amigos y familiares molestos que critican hasta la saciedad la Navidad pero que al final, muy en el donde de sus pobres corazones, saben que no hay nada más revitalizante que un abrazo o un beso majo del muérdago. ¿O me equivoco?

A la par de esta mala leche, y para no dejar de lado la mencionada obra de Charles Dickens, un Scrooge recargado, corregido, aumentado e hijo de su progenitora, es el encarnado por Hill Murria en la cinta de 1988, ‘Scrooged’. En ella, Frank Xavier Cross es un empresario sin escrúpulos, mujeriego y bebedor que trata a todos con la punta del pie y escupe sobre ellos mentadas e insultos entintados con un odio jarocho hacia las esferitas y los renos de la temporada. Aquel deberá de aprender el verdadero valor de estas fiestas (otra vez) con la visita de tres fantasmas chocarreros que representan su pasado, su presente y su futuro.

Esta cinta, dirigida por Richard Donner, significa uno de los títulos más aplaudidos de Murria a la par de ‘Ghostbusters’ y ‘Groundhog Day’, además de ser un clásico anti-navideño y una de las mejores cintas de comedia de los ochenta.

Pero una Navidad del asco también puede surgir por vivir el peor momento en un tiempo y lugar equivocados. O por lo menos eso lo tienen presente John McClane y Kevin McCallister. El primero, un policía rebelde, mal hablado e intransigente tratará de reconciliarse con su mujer (a punto del divorcio) por lo que decide visitarla en la cena decembrina de la compañía de esta. Todo podría haber salido perfecto y la historia iniciar y acabar con un final feliz, de no ser por la intromisión de un grupo de terroristas rusos dispuestos a acribillar a todos los invitados si no cumplen con sus demandas.

McClane (Bruce Willis) tendrá que hacerse cargo de la desafortunada solución el sólo, descalzo, un poco crudo y sin la certeza de que saldrá vivo de la situación; aunque los rusos crean que este cuídate es ‘Duro de matar’. La historia es por todos conocida, tanto, que el buen McClane tubo que reafirmar su odio a la Navidad al vivir la del siguiente año tratando de rescatar de nuevo a su ex mujer de las garras de un grupo de terroristas (de nuevo) pero que en lugar de un edificio, toman por las malas un aeropuerto. Con razón para la tercera parte, su esposa prefirió dejarlo al ver la mala suerte que se cargaba el maridito.

Esa lección de soledad en esta temporada, la reafirma con el mismo estrés (casi), pero con más desparpajo y diversión, el joven Kevin McCallister, en una de las cintas que nos tenemos que recetar cada año por el Cine Permanencia ¿Voluntaria? del Canal 5. Y es que Navidad para mí, desde que tengo uso de razón, no es la misma sin Macaulay Culkin y la entrañable e hipervista duología de ‘Home Alone’. Una suerte de John McClane de 9 años que se las tiene que arreglar solito para impedir que dos terroristas, perdón, ladrones, desmantelen su casa en ausencia de sus irresponsables padres.

Chris Columbus, gran director de chamacos (ahí está Harry Potter) supo como mezclar una historia original con la melcocha Navideña y entregarla a las grandes masas como un producto que se consumiría de 1990 pal’ real y que, le pese a quien le pase, aún sigue siendo un deleite observar el domingo antes de Navidad en la tele.

Ahora bien, deben saber que el rojo en estas fechas no sólo significan bastones de dulce o el rechoncho traje de Santa Claus; al contrario, el cine nos ha enseñado que el verdadero significado de este color es y será siempre la sangre. Esta hemoglobínica sustancia ha teñido a la pureza blanca de la nieve en más ocasiones de las que uno cree, siendo las más interesantes y recordadas las aventuras monstruosas de los ‘Gremlins’ y el hacha gigante en ‘Black Xmas’.

Esta última se adjudicó una enorme polémica en el remoto 1974 (y originó un mediano remake en 2006) por mostrar a Papa Noel como un desquiciado asesino que en lugar de repartir regalos reparte decapitaciones a las familias enteras que esperan la llegada de su trineo y la esperanza de conocer al regordete personaje. Recomendable y altamente viscosa para aquellos que gustan del vino tinto.

El broche de oro de esta sección se lo lleva la monster-movie más entrañable, divertida, loca y recordaba por los fans cinéfilos de varias partes del mundo. En lo personal ‘Gremlins’ dignifica para un servidor una razón especial para amar al cine, un homenaje a los seriales de monstruos del cine de antaño y el odio-amor más palpable para esta época.

Un animalito oriental llamado mogwai es el encargado de llevar destrucción y caos a un pueblo de postal gringa llamado Kingstonfalls. Nunca antes el mejor regalo para el intercambio había sido justo aquel que nadie te regalaría, sobre todo, si tu memoria te falla y no puedes recordar las tres reglas de supervivencia para tener tu Gizmo personal.

En orden, otras delicias para estas fechas: ‘Bad Santa’, transgresora, escatológica y sexosa comedia navideña con Billy Bob Thornton; Tim Burton y sus ‘A Nigthmare before Christmas’ y ‘Batman Returns’ mostrando el lado oscuro que quizás debería tener Diciembre; ‘Traiding Places’, una cinta muy pero muy chabacana y cínica en donde Dan Aykroyd y Eddie Murphy intercambian papeles; y ‘The Ref’ en donde Kevin Spacey y Judy Davis prefieren asistir a terapia de pareja con un ladrón que celebrar la Cena de Navidad.

Al final, y con todas estas memorias cinematográficas, el mensaje termina siendo el mismo y quizás, el más sincero de estas fechas; el amor es quien vence al final. Aunque en el camino se atraviesen monstruos caníbales, fantasmas chocarreros, asesinos seriales, Papá Noeles libidinosos, terroristas, delincuentes o acalabazas vivientes. Si esto se supera, qué va un par de familiares incómodos o intercambios innecesarios con gente que ni aprecias. Felices fiestas y que tengan una ¿blanca? Navidad.